Reflexión 4 de Junio

Hermanos, estamos en el gran día de la SOLEMNIDAD DE PENTECOSTÉS. 
La Gran Promesa que el Señor Jesucristo hizo a sus Apóstoles en la Última Cena, está cumplida: "Cuando venga el PARÁCLITO, que YO os enviaré de junto al Padre, el ESPÍRITU DE LA VERDAD, que procede del Padre, él dará testimonio de mí" (Jn 15,26).
Y habrá dicho en otro momento, refiriéndose al Espíritu Santo: "El os lo ENSEÑARÁ TODO y os RECORDARÁ TODO lo que Yo os he dicho" (Jn 14,26).
La Iglesia y todos sus miembros vivimos bajo el influjo de Divino Espíritu; la clave está en que nosotros, individualmente, sepamos acogernos a Él, y dejemos conducirnos por Él.
Mucho se podría hoy hablar de los Dones y de los Frutos del Espíritu Santo, pero en este día sepamos vivir la Liturgia con toda la intensidad que seamos capaces, y ya habrá ocasiones de comentar de todo lo enunciado más arriba. 
Y ya, ahora, con gran FE supliquemos al Espíritu por todas las necesidades de los Hermanos de la Casa de la Madre y Guía:
VEN ESPIRITU SANTO, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu AMOR.
ENVÍA SEÑOR TU ESPÍRITU  Y TODO SERÁ CREADO.
Y RENOVARÁS LA FAZ DE LA TIERRA.