Reflexión 25 de Enero

Buenos días en la Fiesta de la Conversión de San Pablo.
Hoy se clausura el Octavario de Oración por la Unión de las Iglesias Cristianas, que confiemos hayan sido acogidas en el Cielos todas estas oraciones y nos obtengan las multitud de Gracias que se necesitan para superar tan graves divisiones, que al menos lo son en los Hermanos que profesamos la Fe en el Señor Jesucristo.
Más allá de este día, deberíamos tomar una muy clara conciencia de que cada día hay que trabajar y mucho porque la UNIDAD, según el Corazón de Cristo, nos envuelva a todos de forma que hagamos al mundo creíble que Jesús es el enviado de Dios Padre para la redención y salvación de los hombres (Jn 17).
Debemos tomar conciencia clara de la importancia de este Don de la Unidad, para tener igualmente la idea lúcida y transparente de que el trabajo personal que se ha de hacer, es de todos los días, un esfuerzo paso a paso, grano a grano, porque uno de los empeños del demonio, que bien lo tiene demostrado, es insistir en dividir todo y a todos a los que encuentra en el camino; aquí viene a la memoria las palabras de San Pedro: “Sed sobrios, velad. Vuestro adversario, el diablo, como león rugiente, ronda buscando a quien devorar...” (1Pe 5,8).
Pues deberemos trabajar por profundizar bien en el conocimiento de este gran don de la Unidad, al tiempo que vamos actuando sin descanso para lograrla en sí mismo y expandirla en todos los niveles propios de nuestra convivencia, y más allá, con la oración intensa y llena de gozo por la experiencia personal lograda de ver superada toda división en el propio corazón y en la propia vida.
Al Apóstol Pablo dirigimos hoy nuestra oración confiada para que nos sostenga y ayude en todas las necesidades a los Hermanos, que aquí nos encontramos en la Santísima Virgen María. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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