Reflexión 24 de Enero

Buenos días.
Decía San Francisco de Sales, cuya Fiesta celebra hoy la Iglesia, “Nadie va al cielo con los ojos secos”, y el Señor Jesucristo nos enseñó en las Bienaventuranzas: “Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados”.
Bien conocemos que el llanto tiene varias vertientes, pues unas veces puede estar suscitado por la tristeza sufrida ante una desgracia grave u otra circunstancia sería, que aflige fuertemente a la persona, también puede ser por el pecado serio grave o por la impotencia ante una injusticia sufrida, etc.
Igualmente puede ocurrir que se llega a llorar por reacciones de egoísmo, soberbia, ira, etc., situaciones adversas que en lugar de encajarlas por el camino sencillo de la humildad, se opta por el rechazo frontal de la situación que al no poder responder con alguna acción contundente, se rompe por el llanto cargado de la fuerza de los pecados capitales, que bien sabemos que son nada baladí.
Claro está que con este tipo de lágrimas será imposible llegar al cielo, sí, en cambio, con las que son bendecidas por el Señor Jesucristo en el Sermón del Monte con el consuelo del Amor de Dios.
Es común en cualquier moneda su cara y su cruz, lo que nos exige mirar con atención cualquier cosa o situación para darle el justo valor, sin los excesos del reduccionismo o del relativismo en el que en muchas ocasiones nos movemos, y la lógica consecuencia del error o, cuando menos, la duda.
San Francisco de Sales tuvo y enseñó una espiritualidad profunda pero sencilla; acércate hoy a él, bebe de su espiritualidad, y reza para que con su intercesión alcance gracia y bendición para todas las necesidades de los Hermanos, que aquí nos encontramos en María, nuestra Madre y nuestra Guía. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
www.materchristi.es