Reflexión 8 de Marzo

Buenos días.
Hoy celebramos la Fiesta de San Juan de Dios, que curiosamente nació y murió el mismo día: 8 de marzo; nace en 1495 y muere en 1550.
De familia pobre pero muy piadosa, su madre murió cuando él era joven y su padre entro en la vida religiosa hasta su muerte
Trabajó como pastor y fue tan apreciado por su patrón que este le propuso, sin éxito, que se casara con su hija y fuese su heredero. Juan entró en la milicia y participó en varias batallas de Carlos V. En una de las campañas le pusieron a cuidar un depósito y, como el enemigo logró saquearlo, le condenaron a la horca. Juan se encomendó a la Virgen María y le perdonaron la vida. Dejo la vida militar pero en ella aprendió a ser disciplinado y sufrido.
Se dedicó entonces a vendedor ambulante de libros y estampas religiosas. En una ocasión, llegando a la ciudad de Granada, vio un niño muy pobre y se ofreció a ayudarlo. Aquel niño era Jesús quien le dijo antes de desaparecer: "Granada será tu cruz".
Estando San Juan de Ávila en Granada, fue San Juan de Dios a escuchar su predicación, y cuando hablaba contra la vida de pecado, éste se arrodilló y comenzó a gritar: "Misericordia Señor, que soy un pecador". Salió gritando por las calles, pidiendo perdón a Dios. Tenía unos 40 años.
Se confesó con San Juan de Ávila y se propuso como penitencia hacerse el loco para adquirir rechazos y humildad. Repartió todas sus posesiones entre los pobres. Deambulaba por las calles pidiendo misericordia a Dios por todos sus pecados.
La gente lo creyeron loco y lo trataban con gran desprecio. Hasta lo atacaban a pedradas y golpes. Al fin lo llevaron a un asilo para locos donde recibió fuertes palizas, tal como se acostumbrada a tratar a los locos. Sin embargo sus guardianes notaban que Juan no se disgustaba por los azotes sino que lo ofrecía todo a Dios. Juan también corregía a los guardias y les llamaba la atención por el modo tan brutal de tratar a los demás enfermos.
Cuando San Juan de Ávila volvió a Granada, supo que Juan estaba recluido en un asilo para locos, fue y logró sacarlo. Le aconsejó que no hiciera más la penitencia de hacerse el loco, pues debería dedicarse a una verdadera "locura de amor": gastar su vida y sus energías, por amor a Cristo Jesús, ayudando a los enfermos más miserables.
Así nacerá la Orden de San Juan de Dios, que aún se mantiene en el espíritu de su Fundado, en la entrega y dedicación a los enfermos.
En plena Cuaresma nos aparece la figura de San Juan de Dios, para interrogarnos sobre la propia vida en su doble dirección: El Amor a Dios y el Amor a los hermanos, puro, limpio y verdadero.
Pídele hoy su protección sobre todos los Hermanos que aquí nos reunimos en torno a la Reina y Señora, que le salvó a él de morir en la horca a la que le habían condenado. Que nos alcance de Ella todas las gracias que necesitamos. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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