Reflexión 23 de Marzo

Buenos días.
He encontrado alguna persona que ha pedido en una sola frase, qué tendría que hacer para llegar a la santidad de vida, que no es otra cosa que vivir cristianamente, tal como se salió de las aguas bautismales.
Pues aquí está: Andar en Verdad y tener el Corazón limpio.
Más allá de las escasas reflexiones que hace posible este espacio, principalmente está la meditación más profunda que cada uno pueda o quiera hacer.
Planteamos dos cuestiones: Andar en Verdad y, por otra parte, Corazón limpio.
Si buscamos rápidamente el apoyo evangélico salta inmediatamente aquella afirmación del Señor: “Yo soy el camino, la Verdad y la vida” (Jn 14,6), y esta otra, “Bienaventurados los limpios de corazón porque ellos verán a Dios” (Mt 5,8).
Y entrando en la vida cotidiana, constatamos que en la convivencia, que nace de la condición personal de los que la forman y entretejen, resulta que se encuentra mucha mentira y también, en lenguaje coloquial, mucho enredo, lo cual hace difícil y hasta muy difícil, andar en la Verdad y con el Corazón limpio.
Se necesita ser muy objetivo en las cosas y en los planteamientos, para poder hacer que brille ante sí la Verdad en la que se está y en la que se ha de vivir, pues con frecuencia se mantiene como verdad cosas contrarias, que aun teniendo la apariencia no son lo que parece.
Sin objetividad y sin el corazón limpio, se hace practicamente imposible caminar en el agrado de Dios, pues también enseña el Señor Jesús que en el corazón se anidan todos los vicios y pecados: “Lo que sale de dentro del hombre, eso sí hace impuro al hombre. Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los pensamientos perversos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, malicias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas esas maldades salen de dentro y hacen al hombre impuro” (Mc 7,20-23).
Y en otra parte dirá: “Raza de víboras, ¿cómo podéis decir cosas buenas si sois malos? Porque de lo que rebosa el corazón habla la boca” (Mt 12,34).
Pero a pesar de las dificultades y de la propia condición humana, sí que es posible hacer camino de Santidad, de la perfección cristiana que se comienza logrando la conversión del corazón, que la Iglesia no se cansa de predicar en Cuaresma.
Se hace necesario pararse para escrutar el propio corazón, y también lo amantes o no que somos de la Verdad.
Reza ya al Señor Jesús en su presencia eucarística en favor de todos los Hermanos, sus intenciones y necesidades. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
www.materchristi.es