
El Rosario es el arma que se nos ha dado
como apoyo en el quehacer diario y sobretodo en los momentos difíciles. Además
de ser una oración tan querida por nuestra Madre y Guía. De ello han dado
testimonio continuo los santos y los Papas. Así por ejemplo, Pío IX en su lecho
de muerte dijo las siguientes palabras: "Es el Rosario un Evangelio
compendiado y dará a los que lo rezan los ríos de paz de los que nos habla la
Escritura; es la devoción más hermosa, más rica en gracia y gratísima al
corazón de María. Sea éste, hijos míos, mi testamento para que os acordéis de
mí en la tierra".
En el Santo Rosario ha depositado María,
nuestra Madre y nuestra Guía, su especial intercesión para aquellos que lo
rezan, de lo que debemos ser conscientes. Por eso, acudimos a él, no
simplemente como devoción querida por la Virgen, sino en los momentos de
especial dificultad, confusión u oscuridad personal.
En el año 1208 a Santo Domingo de Guzmán le
enseña la Virgen personalmente, a rezar el Rosario y le dijo que propagara esta
devoción y la utilizará como arma poderosa en contra de los enemigos de la Fe.
El Rosario se mantuvo como la oración
predilecta durante casi dos siglos. Cuando la devoción empezó a disminuir, la
Virgen se apareció a Alano de la Rupe y le dijo que reviviera dicha devoción y
le reiteró las promesas dadas a Santo Domingo referentes al Rosario.
Estas promesas son las siguientes:
·
Quien rece constantemente mi
Rosario, recibirá cualquier gracia que me pida.
· Prometo mi especialísima
protección y grandes beneficios a los que devotamente recen mi Rosario.
·
El Rosario es el escudo contra
el infierno, destruye el vicio, libra de los pecados y abate las herejías.
·
El Rosario hace germinar las
virtudes par que las almas consigan la misericordia divina.
·
El alma que se me encomiende
por el Rosario no perecerá.
· El que con devoción rece mi
Rosario, considerando sus sagrados misterios, no se verá oprimido por la
desgracia, ni morirá de muerte desgraciada, se convertirá si es pecador,
perseverará en gracia si es justo y , en todo caso será admitido a la vida eterna.
·
Los verdaderos devotos de mi
Rosario no morirán sin los Sacramentos.
·
Todos los que rezan mi Rosario
tendrán en vida y en muerte la luz y la plenitud de la gracia y serán
partícipes de los méritos bienaventurados.
·
Libraré bien pronto del
Purgatorio a las almas devotas a mi Rosario.
·
Los hijos de mi Rosario gozarán
en el cielo de una gloria singular.
·
Todo cuanto se pida por medio
del Rosario se alcanzará prontamente.
·
Socorreré en sus necesidades a
los que propaguen mi Rosario.
·
He solicitado a mi Hijo la
gracia de que todos los cofrades y devotos tengan en vida y en muerte como
hermanos a todos los bienaventurados de la corte celestial.
·
Los que rezan el Rosario, son
todos hijos míos muy amados y hermanos de mi Unigénito Jesús.
·
La devoción al Santo Rosario es
una señal manifiesta de predestinación de gloria.
A la Virgen María le encanta el Rosario. Es
la oración de los sencillos y de los grandes. Es tan simple, que está al
alcance de todos; se puede rezar en cualquier parte y a cualquier hora. El
Rosario honra a Dios y a la Santísima Virgen de un modo especial.
La Virgen, en la imagen que se venera en
Mater Christi, lleva un Rosario que nos ofrece en sus manos. También Nuestra
Madre llevaba uno en la mano cuando se le apareció a Bernardita en Lourdes,
también en Fátima donde ella misma se identificó con el título de la
"Señora del Rosario".