Hoy en día en el mundo en el que
nos movemos todo se convierte en superficial, temporal y sólo importa la inmediatez
de las cosas. Con ese tipo de valores rondando a nuestro alrededor es difícil
de acordarse de nuestros seres queridos ya fallecidos, a lo sumo nos acordamos
en algún momento y poco más. El realizar esa obra de piedad por ellos se antoja
difícil, y más cuando en algún caso ni los hemos conocido.
En anteriores generaciones se
tenía la práctica de rezar por los difuntos,
prácticas muy presentes en las casas, no era tradición, era una
obligación impuesta por la propia rectitud de la conciencia. Pero hoy en día es
difícil. Difícil cuando incluso a veces no se enseña a nuestros hijos a rezar.
Si no se enseña a rezar difícilmente podrán rezar por nosotros. No son cosas de
otros tiempos pasados, son cosas que estamos dejando de practicar, dejándonos
llevar por las influencias pasajeras de los tiempos. Estoy seguro de que de esa
falta de caridad también se nos pedirá cuenta en el final de nuestros días.
El absurdo miedo a la muerte que
se refleja en intentar ocultar esa realidad presente a los niños para que sigan
pensando que todo en la vida es maravilloso, hace que cuando estos se
encuentran con la realidad se convierta en una situación más difícil de
digerir.
Si es difícil encontrar familias que
soliciten misas por sus difuntos, pidan que un sacerdote se acerque a casa o al
hospital para preparar al enfermo al tránsito, y tantas otras cosas. Estoy
seguro que de aquí a unos años todas esas prácticas brillarán aún más por su
ausencia, y parte de culpa la tendremos nosotros por no saber transmitir a las
nuevas generaciones el bien que podemos hacer por aquellas personas que
queremos y ya no viven en esta vida.
La esperanza, no se pierde, y debemos seguir trabajando por
el Reino de Dios en este mundo, y también hay que hacerlo con los niños y
jóvenes, que son el futuro. Por todo ello la Iglesia, en sus oraciones no se
olvida de rezar por los difuntos y debemos estar agradecidos a nuestra Madre,
de que no se olvide de sus hijos.