Reflexión 9 de Agosto

Buenos días.
En el santoral católico encontramos hermanos que nos precedieron en el camino de la Fe ciertamente interesantes, en cuanto cómo plantearon su seguimiento a Jesucristo.
Y hay semanas o meses del año en los que aparecen seguido, una serie de santos con vidas que resultan ser un gran estímulo para los que aún peregrinamos en esta jornada terrenal; es lo que está pasando en este mes de agosto y particularmente esta primera quincena.
Hoy la Iglesia celebra la Memoria de Santa Teresa Benedicta de la Cruz, Edith Stein, conversa judía, que vivió una vida intensa con infinidad de matices que bien merece conocerse.
Nació el 12 de octubre de 1891, en la entonces ciudad alemana de Breslau. Era la menor de los 11 hijos que tuvo el matrimonio Stein. Sus padres, dedicados al comercio, eran judíos. Él murió antes de que Edith cumpliera los dos años, y su madre hubo de cargar con la dirección del comercio y la educación de sus hijos.
Edith escribió de sí misma que de niña era muy sensible, dinámica, nerviosa e irascible, pero que a los siete años ya empezó en ella a madurar un temperamento reflexivo. Pronto se destacaría por su inteligencia y por su capacidad de estar abierta a los problemas que la rodean.
Siendo una mujer con una personalidad fuertemente pasional, así como totalmente racionalista y atea, en el fondo mismo de su corazón, la semilla de la generosidad y servicio a la humanidad causaba un profundo cuestionamiento existencial. Fue así que decidió alistarse en la Cruz Roja como enfermera durante la primera Guerra mundial. Sus palabras fueron: "ahora mi vida no me pertenece. Todas mis energías están al servicio del gran acontecimiento. Cuando termine la Guerra, si es que vivo todavía, podré pensar de nuevo en mis asuntos personales. Si los que están en las trincheras tienen que sufrir calamidades, porqué he de ser yo una privilegiada".
En el año 1921, tras la muerte de un amigo muy cercano, Edith decide acompañar a la viuda, Hedwig Conrad, que también es muy amiga suya. Edith pensaba que se iba a encontrar con una mujer totalmente desconsolada ante la pérdida de su esposo tan querido.
La muerte le causaba siempre un impacto interior muy grande, porque le hacía sentir la urgencia de dar respuesta a los grandes interrogantes de la vida.
Fue por tanto de gran impacto para ella, encontrar que su amiga, no sólo no estaba desconsolada, sino que tenía una gran paz y gran fe en Dios. Viéndola, Edith deseaba conocer la fuente de esta paz y de esta fe. Mientras estaba en casa de la viuda Conrad, Edith tiene acceso a leer la biografía de quien pasaría a ser su maestra de vida interior y su Madre Fundadora: Santa Teresa de Jesús. Una vez que lo comienza, Edith no pudo soltar el libro, pasó toda la noche leyendo hasta terminarlo.
El día 1 de enero de 1922, Edith es bautizada Católica. Su bautismo es fuente de inmensas gracias. Ella reconoce, admirablemente, que su inserción en el Cuerpo Místico de Cristo como Católica, lejos de robarle su identidad como Judía, más bien le da cumplimiento y un sentido más profundo. Al ser Católica se siente más Judía; encuentra en Jesucristo el sentido de toda su fe y vida como Judía. Este doble aspecto, crea en Edith un corazón auténticamente reconciliador entre las dos religiones.
Es apasionante la vida de Santa Teresa Benedicta de la Cruz, e imposible de resumirla más, pero resaltemos la petición que hace por escrito a su Priora pidiéndole permiso para ofrecerse como víctima: “Permítame Vuestra Reverencia, el ofrecerme en holocausto al Corazón de Jesús para pedir la verdadera paz…”. Muere como mártir en la cámara de gas tal día como hoy de 1942.
Pidamos su intercesión en favor de esta situación que nos toca ahora vivir, a veces tan convulsa y tan apartada de Dios, por no decir tan enfrentada a Él. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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