Reflexión 6 de Junio

Buenos días.
El pasado domingo celebrábamos la Solemnidad de la Santísima Trinidad, que en sí misma ya era razón suficiente para prestar toda la atención, pero en la Iglesia de España también se dedicaba el día en favor de las monjas y monjes de clausura, el llamado Día Pro Orantibus.
Prestar atención a esa parte de la Iglesia, llamada contemplativa, es algo más que importante, es necesario, por varias razones.
Tener conciencia de la misión que ellos tienen que desarrollar en la Iglesia, es capital para conseguir una ’comunión de los santos’ aceptable entre los diferentes estados de vida que hay en la Iglesia.
Y tener conciencia de sus necesidades, espirituales y materiales, igualmente es una exigencia de responsabilidad por parte de los que no estamos dentro de esa vida.
Por ello se nos pide orar y ayudar en cuanto se pueda para que puedan vivir su carisma contemplativo como espera la Iglesia, así como en el mayor servicio a la misma Iglesia, para que a través de su Ministerio Contemplativo puedan alcanzar el máximo de conversiones a Dios en el mundo de nuestro tiempo.
A la pregunta: ¿Qué cosas pueden necesitar estos Monasterios contemplativos? Se ha de contestar serenamente en varios puntos:
La inmensa mayoría necesitan vocaciones, en algunos de ellos este tema es de emergencia porque si no aparecen esas vocaciones tendrán que ser clausurados, como ya ha ocurrido con tantos otros.
Muchos necesitan la ayuda económica, porque los medios de los que disponen apenas les permiten cubrir los gastos esenciales de cualquier hogar, teniendo en cuenta además que la media de edad es muy alta y en las comunidades de personas muy mayores, los gastos ordinarios se multiplican.
Y todos necesitan la comprensión por parte del resto de la Iglesia en cuanto al lugar que ocupan en ella, así como saber que, por razón de su identidad y carisma, tienen en sus formas de vida unos límites que no deberían ser violentados ni forzados. Y aquí también se les puede y se les debe ayudar, no forzando situaciones que perjudiquen la soledad, el silencio y la oración, en los que se debe desenvolver sus vidas y el referido Ministerio Contemplativo.
En definitiva, la jornada de la Vida Contemplativa debe ser una llamada de atención al resto de la Iglesia, para que en la sensibilidad de todos estén diariamente muy presentes, y de forma constante los sintamos tan cerca como es su vida entregada en totalidad a la Iglesia, que nos estimula, nos anima y nos compromete.
Recemos hoy, con la máxima fe e ilusión que podamos, por todas las monjas y monjes contemplativos, para que Dios los asista y envuelva en su Gracia infinita y den frutos de conversión en este mundo pecador, bajo la protección de María, nuestra Madre y nuestra Guía. AMÉN
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
www.materchristi.es