Reflexión 1 de Abril

Buenos días, en este Primer Sábado de Mes y también último Sábado de Cuaresma.
Por ello es muy propicio contemplar la Decimotercera estación del Vía Crucis: “El cuerpo de Jesús en brazos de su Madre”.
María Santísima es para nosotros un ejemplo total y acabado de cumplir con su misión al precio que cueste.
A lo largo de la vida de su Hijo Jesucristo la encontraremos en todo momento, solícita para estar donde debe estar y con la actitud que sea necesaria en la circunstancia que se trate.
Su fidelidad a la palabra dada, “Hágase en mí según tu palabra”, fue y es inquebrantable, de forma que lo más lógico es que estuviera al pie de la Cruz y recibiera en sus brazos el cuerpo yacente de su Hijo.
Cierto es que en aquellos momentos su sufrimiento fue grandísimo, pero no lo fue menos posteriormente cuando tuvo que reunir y sostener a los apóstoles y discípulos de su Hijo, hasta que llegara su Muerte y Asunción en cuerpo y alma a los Cielos.
Y ya coronada como Reina y Madre de todo lo creado, continua sufriendo en su Corazón Inmaculado  por los ultrajes y pecados de los hombres.
Mirar a María, contemplar su historia terrenal y su vida en su conjunto, es toda una escuela para aprender a vivir en el completo agrado de Dios, que bien merece aplicarse en ella y alcanzar el gran Consejo Evangélico: “Vosotros sed perfectos como el Padre Celestial es perfecto” (Mt 5,48).
Concluyamos este tiempo de gracia, que ha sido la Cuaresma, despegando con firmeza y resolución hacia la culminación de la conversión deseada y comenzada firmemente aquel Miércoles de Ceniza.
Reza, por favor, al Corazón Inmaculado de María, pidiéndole que venga en ayuda y solución de las inquietudes y problemas de todos los Hermanos que aquí nos encontramos en torno a Ella. AMÉN. 
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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