Reflexión 8 de Mayo

Buenos días.
El corazón es la clave en la vida, tanto en el orden humano, físico, material, como en el orden espiritual.
En el orden humano es el motor del cuerpo, de forma que cuando falla de forma súbita, la persona pierde la vida de inmediato.
En el orden espiritual, ya conocemos aquellas palabras de Jesús que hemos repetido alguna vez: “…lo que sale de la boca brota del corazón; y esto es lo que hace impuro al hombre, porque del corazón salen pensamientos perversos, homicidios, adulterios, fornicaciones, robos, difamaciones, blasfemias. Estas cosas son las que hacen impuro al hombre” (Mt 15,18-20).
Resulta muy curioso, leyendo a Aldoux Huxley que dice: “Sólo hay un rincón del universo que una persona puede mejorar: su propio corazón”.
Ciertamente, la persona, que es dueña de muy pocas cosas, es la única que puede trabajar en favor del propio corazón.
Podrá cuidarle en lo que es el órgano vital que impulsa la sangre para sostener la vida humana, pero en cuanto a la expresión más íntima del corazón, como lugar desde el que hombre manifiesta su bondad o su maldad, como enseña el Señor, sólo la persona misma puede hacer por mejorar, día a día, lo que es volver al punto tantas veces repetido: la propia conversión.
Da la impresión que las personas no parece que se toman las cosas muy en serio, particularmente su propia vida, tanto en la proyección humana, como en la dimensión de la eternidad que es en la que acabaran, lo cual debe ser preocupante, porque al fin, si no cuidan el corazón físico, la vida será, cuando menos, más o menos penosa, o inexistente si finalmente falla, pero si no toman con determinación cuidar la ‘pureza de corazón’, el camino hacia el inexorable juicio de Dios estará lleno de nubarrones.
No se puede ni debe olvidar las palabras de Jesús: “Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios” (Mt 5,8).
Finalmente digamos que las personas parecen ser más sensibles a los problemas del corazón físico, que a los del corazón como expresión de lo que es y vale el ser de la persona ante Dios, lo cual debería ser motivo más que de seria reflexión, porque pasar por la vida sin atender a lo que contará “el día después”, es cuando menos frívolo e irresponsable, pero he aquí lo más grandioso que tiene el hombre entre sus manos: la Libertad.
Ya te pido que reces a María, nuestra Madre y nuestra Guía, para que Ella nos enseñe y ayude a cada uno a entender bien lo que es ‘pasar por la vida haciendo el bien’, a ejemplo de su Hijo Jesús (cfr Hch 10,38). AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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