Reflexión 18 de Mayo

Buenos días.
Hoy es uno de los tres jueves que relucen más que el sol: Jueves Santo, Corpus Christi y el día de la Ascensión.
Hoy podemos contemplar a Jesucristo Resucitado ascender al Cielo, después de haber estado cuarenta días entre sus Apóstoles una vez Resucitado (Hch 1,9).
Dice la Sagrada Escritura que “se les presentaron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron: Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que ha sido tomado de entre vosotros y llevado al cielo, volverá como lo habéis visto marcharse al cielo”. (Hch 1,10-11).
‘Qué hacéis ahí plantados mirando al Cielo’, que es tanto como decir: la vida no se puede parar, hay que seguir el camino, por eso el texto sagrado continua diciendo: “Entonces se volvieron a Jerusalén, desde el monte que llaman de los Olivos, que dista de Jerusalén lo que se permite caminar en sábado. Cuando llegaron, subieron a la sala superior, donde se alojaban: Pedro y Juan y Santiago y Andrés, Felipe y Tomás, Bartolomé y Mateo, Santiago el de Alfeo y Simón el Zelotes y Judas el de Santiago. Todos ellos perseveraban unánimes en la oración, junto con algunas mujeres y María, la madre de Jesús, y con sus hermanos” (Hch 1,12-14).
Perseveraban en la oración en la espera del cumplimiento de la Promesa del Señor: el envío del Espíritu Santo, que llegaría 10 días después, el día de Pentecostés.
Ojalá que nosotros, a partir de hoy sepamos perseverar en la oración en la espera de nuestro Pentecostés de 2023.
Alguno puede estar pensando que la Ascensión del Señor no es hoy sino el próximo domingo. Es hoy, otra cosa es que por razones pastorales la Jerarquía de la Iglesia haya dispuesto que la Celebración litúrgica sea el domingo siguiente, esto es, el próximo domingo día 21 de mayo, lo que ocurrirá igualmente con la Solemnidad del Corpus Christi, el otro ‘jueves que relumbra más que el sol’.
Dicho esto, vivamos hoy personal e interiormente este acontecimiento grande en la vida cristiana, aunque dejemos para el domingo la Celebración litúrgica y comunitaria; y pongámonos ya, como se ha indicado, en oración a la espera de Pentecostés.
Y puesto en oración con María, la Madre de Jesús, pídele su maternal atención para todas las necesidades de los Hermanos que aquí nos volvemos a encontrar en Ella. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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