Reflexión 4 de Mayo

Buenos días.
Celebramos la fiesta de San José María Rubio, sacerdote Jesuita, conocido como el apóstol de Madrid por la gran labor apostólica que desarrolló en la capital de España.
En este día hace veinte años que fue canonizado por el Papa San Juan Pablo II durante el que fuera su último viaje a España, en la Plaza de Colón de Madrid, junto a: San Pedro Poveda, Santa Maravillas de Jesús, Santa Genoveva Torres, Santa Ángela de la Cruz, cinco santos españoles de siglo XX.
San José María Rubio, cuyo cuerpo incorrupto se venera en la Iglesia de los Padres Jesuitas de la calle Serrano de Madrid, decía: “Mi deseo es santificarme dónde y cómo el Señor disponga”.
Con su vida y cómo se desarrolló su Ministerio sacerdotal, toda su obra apostólica y misionera, demostró que estas palabras eran ciertas.
Hablamos con frecuencia de trabajar para lograr vivir en santidad de vida, pero sin darnos cuenta los límites que ponemos para que esa santidad sea ‘a la carta’, como nos gusta y con las renuncias imprescindibles, y si puede ser alguna menos o más suave, mejor.
Así no puede ser, porque Dios, aparte de ser el Señor de la Historia, de la vida y de la muerte personal de cada uno, es el que sabe lo que mejor conviene a cada persona, para ella misma y para las repercusiones que su vida en la virtud ha de tener para los demás.
No se trata de que tú seas simplemente santo, que ya en sí no es poco, sino que además en la Viña del Señor tienes una misión y un quehacer, que sólo el Dueño de la Viña conoce y espera que lo cumplas; por ello tiene un gran sentido la frase referida de San José María Rubio: ‘dónde y cómo el Señor disponga’.
¿Vivimos nosotros, cada uno, en esa disponibilidad a la Voluntad del Dios Altísimo, que es nuestro Padre?
Con Fe y Esperanza sigamos rezando hoy a Maria, nuestra Madre y nuestra Guía, en su Mes de las Flores, en favor de las necesidades espirituales de los Hermanos. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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