Reflexión 25 de Mayo

Buenos días.
Ayer comenzamos la reflexión y meditación de la Secuencia del Espíritu Santo que se hará en la Misa de Pentecostés.
Vamos a fijarnos en la primera estrofa de este Himno Litúrgico, que se reza durante toda esta semana en la Hora de Vísperas.
“Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo”.
Comenzamos con el grito de ¡Ven!, como se hará igualmente en el Adviento con el Señor Jesucristo: ¡Ven Señor Jesús!. Es muy importante tener conciencia de lo que expresa este ¡Ven!, un grito de búsqueda, de necesidad, y en este caso del Espíritu Divino.
Se le pide: ‘manda tu luz desde el cielo’, que en definitiva es una de las pocas cosas que necesita la persona para poder caminar en la VERDAD, sin que surja la posibilidad de error o equivocación que malogre o desvíe el camino.
Al invocarle como Padre amoroso del pobre, estamos reconociendo quiénes son los preferidos de Dios en las tres Personas de la Santísima Trinidad: el pobre, tanto de espíritu como de cualquier carencia humana, que expresa todas las carencias posibles: físicas, psicológicas, materiales, etc. Agregando que Él es el Don por excelencia de los que reparte a las criaturas humanas, de aquí que el mayor ‘Don’ que puede tener la persona es el Espíritu Santo que mora en nosotros por el Bautismo.
Igualmente le confesamos como la ‘luz que penetra las almas’ y la ‘fuente del mayor consuelo’. Ello nos da la seguridad que su Luz llega a iluminar los rincones más profundos de nuestro ser, y que como ‘fuente del mayor consuelo’, en su infinito Amor nos alivia en todas las tribulaciones y desconsuelos que proporciona la vida así como tantas veces los semejantes que nos rodean.
Hagamos cada día esta Secuencia del Espíritu Santo, preparándonos a vivir con toda la intensidad posible la Solemnidad de Pentecostés.
Y a Él pídele que venga en auxilio de todas las necesidades de los Hermanos que aquí estamos en torno a María, nuestra Madre y nuestra Guía. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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