Reflexión 24 de Mayo

Buenos días.
Hoy, Fiesta de María Auxiliadora o Auxilio de los Cristianos, que era su advocación inicial, seguimos mirando a la Solemnidad de Pentecostés el próximo domingo.
La Secuencia que se hará en la Santa Misa de ese día y que durante toda esta semana se reza como Himno de la Hora de Vísperas, es una bella oración al Espíritu Santo que me gustaría comentar.
Vamos primero a transcribir el texto, aunque seguro que muchos le conocéis, y luego iremos desgranando.
“Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el cielo. Padre amoroso del pobre; don,  en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre, si tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado, cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus siete dones, según la fe de tus siervos: por tu bondad y tu gracia, dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Amén”.
Este último párrafo creo que es muy sencillo de entender pero un poco costoso, quizás, de aceptar.
Se le pide al Espíritu Santo que reparta sus ‘siete dones’, pero que lo haga ‘según la fe de sus siervos’; lo cual ya está condicionado por la actitud de la persona que ha de recibir los dones del Espíritu Santo.
También se le pide que dé ‘al esfuerzo su mérito’; esto es tan importante como que sin sacrificio, sin tensión y sin lucha en el combate espiritual, no habrá mérito alguno que le haga a la persona acreedora del Cielo.
Finalmente, se le pide la salvación para quien la busca, porque aunque ciertamente el Señor Jesucristo murió por los pecados de todos los hombres y a todos redimió, únicamente los que en el ejercicio de su libertad quieran acogerse a la Salvación del Señor Jesucristo, la obtendrán.
Y en este mismo verso se pide la consumación de la redención, cual es el ‘gozo eterno’.
Que en la oración de estos días tengamos muy presente la interiorización del Espíritu Santo, Señor y Dador de vida, para dejarle que nos guie y ayude en el no fácil camino de la vida.
A María Auxiliadora reza hoy pidiéndola su ayuda y protección para todos los Hermanos y sus necesidades, que en Ella volvemos a encontrarnos hoy aquí. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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