Reflexión 21 de Diciembre

Buenos días:
Veamos lo que ocurrió en la Nochebuena cuando el Niño Dios, nacido en un portal, fue envuelto en pañales por su Madre y acostado en un pesebre, como ayer vimos.
Dice San Lucas que: “En aquella misma región había unos pastores que pasaban la noche al aire libre, velando por turno su rebaño. De repente un ángel del Señor se les presentó; la gloria del Señor los envolvió de claridad, y se llenaron de gran temor. El ángel les dijo: No temáis, os anuncio una buena noticia que será de gran alegría para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor. Y aquí tenéis la señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre. De pronto, en torno al ángel, apareció una legión del ejército celestial, que alababa a Dios diciendo: Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad”. (Lc 2,8-14).
Fijémonos en los Ángeles dedicados exclusivamente al Servicio Divino. Primero ‘un ángel del Señor se les presentó’ para anunciarles la buena noticia del nacimiento del Mesías, dándoles la explicación de cuál era esa buena noticia y cómo la podrían comprobar, para luego, enseguida, aparecer ‘una legión del ejército celestial’ cantando y alabando: ‘Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad’.
Al Servicio Divino estamos llamados todos los que hemos recibido ser hijos de Dios (Jn 1,12), no solamente cuando lleguemos a vivir en el Cielo, sino mientras ya peregrinamos a la Casa del Padre haciendo el bien, a imitación de Cristo (Hch 10, 38), asi como en la conformidad con la Voluntad de Dios.
Necesitamos ser ‘hombres de buena voluntad’ para poder participar de la Paz de Dios, que tanto necesita la persona a nivel individual como el conjunto de toda la sociedad.
Os invito a que, contemplando las escenas del Belén, consideréis si vuestras vidas están al servicio divino, y en qué medida y grado, pues ya queda indicado más arriba que servir a Dios lo puede y debe hacer cualquier persona de Fe, desde cualquier estado de vida que se tenga.
Los Ángeles también escuchan nuestras oraciones, comenzando por los propios Ángeles Custodios; recémosles hoy a ellos pidiendo su ayuda e intercesión para todas las necesidades de los Hermanos, que aquí volvemos a encontrarnos en la que es, para los Ángeles, su Reina y Señora. AMÉN.
Emilio Castrillón Hernández
MATER CHRISTI
Madrid – España
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